Hay que estar atento a las especulaciones de quienes buscan afectar la confianza para obtener la ganancia fácil.
La espiral de especulaciones que rodea la economía mundial se ha convertido en un elemento de extremo cuidado, en la medida que un afán cortoplacista no repara en afectar la confianza, uno de los pilares fundamentales del desempeño de los mercados.
Un ejemplo de la magnitud de lo anterior se dio el miércoles último en relación a la situación de Grecia, cuando los rumores sobre su quiebra llegaron al punto de que una noticia falsa y un titular alarmista hundieron momentáneamente más de 100 puntos el índice Dow Jones en la Bolsa de Nueva York. "El Parlamento austríaco no aprueba la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera", fue el llamado urgente lanzado por la cadena estadounidense CNBC.
La noticia suponía un duro golpe para el futuro del mecanismo de rescate diseñado para garantizar la estabilidad del euro. Sin embargo, no era cierta. "Información inicial sobre el Parlamento austríaco errónea. Votación sobre ampliación del EFSF retrasada", corrigió la cadena 34 minutos después.
Ciertamente en el entorno de los mercados hay quienes obtienen dividendos con dichos trascendidos, por cuanto el estímulo para que éstos existan es grande. En esta ocasión, pudo identificarse su falsedad. Pero es evidente que existe una distancia significativa entre la economía real, las políticas que están adoptando los países para enfrentar la crisis y las especulaciones que se levantan en esta coyuntura. Por lo mismo, es sano identificar el emisor de los análisis y comentarios para depurar la información y no caer en instrumentalismos que buscan los que aspiran a la ganancia fácil, sin importar el futuro global.
Los mercados necesitan regulaciones y no tanto salvataje, el libre mercado no existe basta ver el proteccionismo de las naciones desarrolladas, las cuales le exigen a las naciones en vías de desarrollo este modelo, que solo beneficia al que está blindado.
La espiral de especulaciones que rodea la economía mundial se ha convertido en un elemento de extremo cuidado, en la medida que un afán cortoplacista no repara en afectar la confianza, uno de los pilares fundamentales del desempeño de los mercados.
Un ejemplo de la magnitud de lo anterior se dio el miércoles último en relación a la situación de Grecia, cuando los rumores sobre su quiebra llegaron al punto de que una noticia falsa y un titular alarmista hundieron momentáneamente más de 100 puntos el índice Dow Jones en la Bolsa de Nueva York. "El Parlamento austríaco no aprueba la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera", fue el llamado urgente lanzado por la cadena estadounidense CNBC.
La noticia suponía un duro golpe para el futuro del mecanismo de rescate diseñado para garantizar la estabilidad del euro. Sin embargo, no era cierta. "Información inicial sobre el Parlamento austríaco errónea. Votación sobre ampliación del EFSF retrasada", corrigió la cadena 34 minutos después.
Ciertamente en el entorno de los mercados hay quienes obtienen dividendos con dichos trascendidos, por cuanto el estímulo para que éstos existan es grande. En esta ocasión, pudo identificarse su falsedad. Pero es evidente que existe una distancia significativa entre la economía real, las políticas que están adoptando los países para enfrentar la crisis y las especulaciones que se levantan en esta coyuntura. Por lo mismo, es sano identificar el emisor de los análisis y comentarios para depurar la información y no caer en instrumentalismos que buscan los que aspiran a la ganancia fácil, sin importar el futuro global.
Los mercados necesitan regulaciones y no tanto salvataje, el libre mercado no existe basta ver el proteccionismo de las naciones desarrolladas, las cuales le exigen a las naciones en vías de desarrollo este modelo, que solo beneficia al que está blindado.