Con la edad, la fase del sueño-vigilia y los cambios de ritmo, se van alargando y atrasando, en tanto que el tiempo de sueño nocturno disminuye, produciendo que aumenten las fases en las que el paciente se despierta durante la noche y aumentan el retraso en las fases del sueño. Estos fenómenos pueden explicarse por una reducción de la sensibilidad de la retina a la luz y por los cambios morfológicos y bioquímicos del núcleo supraquiasmático y la glándula pineal. El treinta y ocho por ciento de los sujetos mayores de 65 años se quejan de alteraciones del sueño y sus consecuencias sobre el rendimiento, estado de ánimo y la salud general.
Los trastornos del sueño se producen principalmente en las personas con con morbilidad y aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y neurológicas. Se sabe que el 40% de las personas con enfermedad de Alzheimer (EA) sufren de trastornos del sueño, que se fragmenta con muchos despertares nocturnos,causando somnolencia diurna. Un aumento en los problemas del sueño, puede llegar a producir los primeros signos de demencia y la excesiva somnolencia diurna, multiplica por 2 el riesgo de padecer este tipo de demencia. Es probable que las lesiones patológicas responsables de la demencia actúan directamente sobre los sistemas de regulación del sueño. Para evitarlo, la mejor precaución es aumentar la exposición a la luz solar del paciente y hacerlo que desarrolle una actividad física diaria, de forma que cuando llegue la hora de dormir tenga cansancio y se duerman con mayor normalidad, sin sufrir trastornos del sueño. La importancia de controlar y regular este tipo de anomalías es esencial si queremos evitar el riesgo de padecer demencia, ya que se ha demostrado que este tipo de trastornos del sueño, están directamente relacionados con sufrir demencia.
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